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Descifrando el Karate total

Descifrando el Karate total

Las piezas de un puzzle no encajan si queremos que todas funcionen de la misma manera. Esto mismo pasa con la historia del Karate. Muchas veces se oye y se lee discutir sobre Karate, y se llega a la conclusión de que jamás se llegará a un total entendimiento puesto que no se tienen los mismos conceptos de las cosas.

Un precepto en filosofía, al menos desde Tomás de Aquino, es que no se puede discutir de un concepto si los contertulios no tienen la misma idea del mismo. Es decir, si para mí un banco es un lugar donde sentarse, y para mi interlocutor es una entidad financiera, jamás llegaremos a un acuerdo de cómo funciona un banco.

Esto mismo pasa cuando se discute sobre Karate. Y por lo que he podido comprobar, no es una nueva discusión, sino que, por sorprendente que parezca, es incluso más antigua ¡que el propio arte marcial!.

Antes de llamarse Karate Do, ya se discutía sobre qué era… y no había acuerdo sobre ello, quizá porque no se puede unificar algo que ha nacido para no ser único, si acaso unitario, y aun con ello, su fuerza radica en la propia personalización de la forma y la estrategia.

Pero aun más, la historia, origen, finalidad y desarrollo ha sido, en muchas ocasiones, muy diferente, por eso, en este “Karate unitario”, pero nunca único, una de las características inevitables son los estilos. Suponiendo una agresión pretender estandarizar una forma que nace del individuo y de su experiencia, y no del conjunto.

Y sin embargo, ante la obviedad de las diferencias notables de estilos, seguimos empeñados en un fin común… por eso se han creado monstruosidades como el llamado “karate oficial/olímpico/federado”… o como se le quiera llamar a ese “monstruo de Frankenstein” que no tiene nada que ver con el Karate original/ancestral (Karate Koryu), por mucho que se quiera vestir de “tradicional”; me refiero por supuesto al sistema propio de la WKF.

Algo que no consiguió entender el Karate japonés, es que el Karate Do, antes de serlo, y de ser ni tan siquiera Karate, sino Tuidi, o Te… (para esto tampoco hay consenso) se refería a las artes marciales del antiguo Reino de las Ryu Kyu.

Al incluir toda una cultura marcial con todas sus diferencias y particularidades en otra, en este caso el Budo/Bujutsu japonés, se intentó sistematizar en un solo método que pudiera controlar la Butokukai (sociedad de las artes marciales), bajo los auspicios del gobierno japonés.

Hoy en día, se considera que a partir de una famosa reunión acontecida el 25 de octubre de 1936 (actual día mundial del Karate) se establecieron las bases para que el Karate se entendiera como este estilo “unitario” al que me refiero, incluyendo ceremonias y trajes de práctica. Aun con ello, lo cierto, es que no todos los estilos o fórmulas de las artes marciales de Ryu Kyu siguieron inmediatamente esta estela.

Y es que, en efecto, al hablar de aquel “Karate Koryu” o primitivo, debiéramos traducirlo como las artes marciales de Ryu Kyu, al igual que hoy, cuando hablamos de las artes marciales de Japón (Budo/Bujutsu), nos referimos al Ju Jutsu, Kenjutsu, Sumo, etc. o en China, si hablamos de Wushu: Wing Chun, Tai Chi Chuan, Shuai Jiao…

Por esto, insisto, si hablamos del Te/Toudi/Tode/Karate-Jutsu/Karate-Koryu de Ryu Kyu, tenemos conceptos tan dispares como los estilos que usan armas, los que se centran en técnicas de golpeo, los que se basan en la lucha, o los que dan gran énfasis a sistemas gimnásticos o energéticos; así como en sistemas pensados para las diferentes castas del reino, incluyendo desde los sistemas reservados a la realeza, los propios de la nobleza militar, o incluso aquellos pertenecientes a clases plebeyas.

En las sucesivas reuniones entre los maestros que brincaron del siglo XIX al XX, se hablaba de devolver eficacia al Karate… por lo que se entiende que si deseaban recuperar esta funcionalidad, es porque notaban que esta se estaba perdiendo.

Cuando hoy en día se reúne los expertos, se ha llegado al acuerdo de que la deportivización del Karate ha anulado técnicas sumamente eficientes para el combate, haciendo del Karate una espada de filo romo, asumiendo además, que en otras ocasiones en el pasado no existían estas prácticas. Sin embargo, podemos asegurar que las prácticas deportivas son inherentes al Karate, por muy atrás que nos vayamos.

Los retos consensuados, por mucha seriedad que se le confieran, no dejan de ser prácticas deportivas o deportivizadas, si se prefiere.

La realidad es que incluso en muchas poblaciones, en los cruces de caminos principales de determinados barrios se adoptaba la costumbre de colocar una piedra donde enfrentarse en retos consensuados, creando prácticas como, en el caso de los estilos sureños, el Kakie ó el Kakedameshi, para los cuales existen incluso formulas formales dentro de los estilos de Karate. Esto también sugiere que determinadas técnicas de los kata, sólo tienen sentido dentro de estas lógicas, y no responden tanto, como se tiende a pensar, a un sistema de lucha no consensuada.

También, además de este tipo de práctica, se pueden encontrar sistemas de combate libre (jiyu kumite) que terminaban con la rendición de uno de los adversarios, como el Iri Kumi empleado en Goju Ryu.
En el siguiente estudio puede el lector extender su conocimiento respecto a estas prácticas:

Kake-Kumite/Kakedameshi: El Combate Libre Original de Karate

Este tipo de sistemas se han seguido practicando hasta el día de hoy. De hecho, en Kyokushin Karate, antes de la regulación del sistema característico de Knock Down, en los años sesenta, lo común era realizar este tipo de prácticas poco restrictivas en cuanto a las normas.

Tal y como contaba en una reciente entrevista con Kaicho Bernard Creton, durante su formación en los años setenta en Nueva York con Kaicho Tadashi Nakamura, era el tipo de entrenamiento habitual.

Así mismo, otras formulas presentes en el Karate Okinawa, son heredadas directamente de sistemas energéticos/gimnásticos chinos, similares al Qi Gong, Pakua ó Tai Chi Chuan. Entendiendo que el acondicionamiento es una parte fundamental en la práctica de cualquier luchador, tanto como lo es la meditación, estática y dinámica. Es más, algunos de los patriarcas originales fueron monjes e introdujeron su filosofía basada en el budismo en las prácticas físicas y la etiqueta moral del Toudi (Karate Koryu/ancestral).

Y es que esto, al igual que los sistemas consensuados de práctica, con más o menos restricciones, son en efecto una herramienta más para el desarrollo de las capacidades marciales, y también lo sabían los antiguos maestros, tanto de Okinawa, como de China, Tailandia, Japón… donde existen también practicas acordadas de combate.

Cuando se refieren a prácticas menos restrictivas, basadas normalmente en una mezcla de técnicas de enganche (kakie), junto con golpes (atemi), derribo (nage waza), controles (sume waza), luxaciones (kansentsu waza), etc. y se refieren a “combates reales” –kakedameshi o Iri Kumi- debería entenderse más como combate libre realista, ya que existía un protocolo y una intención de no dañar seriamente al contrincante. El propio hecho de que se inicie con la colocación de los antebrazos cruzados (kumite: cruzar las manos) y se finalice con la rendición, ya está enmarcando una práctica acordada, y por lo tanto una herramienta realista, pero no real de combate, reservando la realidad para la defensa personal.

El Karate, quiso entrar con todas las consecuencias en Japón, ya que aun en 1936 se seguía considerando a los habitantes de la isla como “chinos de Okinawa”, y por lo tanto, japoneses de segunda, de hecho, algunos de estos maestros, ni tan siquiera hablaban japonés, sino el idioma de Ryu Kyu, el Uchinaguchi, por lo que se les consideraba en baja estima y poco pulidos.

En aquella época, quien otorgó el impulso definitivo para que le Karate ingresara en la Butokukai y fuera reconocido como un Gendai Budo (Nuevo arte marcial) fue Jigoro Kano, fundador del Judo, por lo que los karatekas no tenían intención de rivalizar con el Judo en su práctica, ni tampoco con el Kendo, que también les brindó sus dojos. Entonces, fueron desarrollando, a partir de sus prácticas deportivas que ya existían en Okinawa, nuevas formas de Karate, con el fin de crear un sistema de percusión complementario y no rival de los sistemas japoneses.

La práctica del combate acordado en Ryu Kyu, se llamaba Kakedameshi, y partía del Kakie, en que, siempre con contacto con el rival, los duelistas empleaban sus técnicas de golpe, luxación y derribo, a modo de close combat para someter al rival.

Al eliminar los derribos y controles, utilizaron todo un arsenal de sistemas que existían dentro de la práctica del Kobujutsu (lucha con armas tradicionales de Okinawa), pero también del Kendo (Combate reglado con shinai japonés) para desarrollar un nuevo sistema de Karate en distancia larga y con las manos vacías; una especie de Kendo con puños y pies, y en muchas ocasiones, al igual que en esta práctica deportiva, “con armas sin filo”.

A su vez, se fue relegando la práctica real del análisis del kata (bunkai) a los mismos círculos cerrados de los que emergía el Karate-Koryu/Tuidi. Una práctica que, inevitablemente, cada vez fue alejándose más de los fundamentos originales, creando una nueva práctica, más similar a una práctica de coreografía pautada, que a las posibilidades mucho más realistas de las técnicas y tácticas recogidas en los katas originales.

En el caso de la influencia del Kobujutsu, era una forma natural que ya había nutrido en origen al Tuidi, de su particular sistema de uso de la biomecánica, y también del combate en distancia larga.

En cuanto a la influencia del Kendo, -y no del Kenjutsu, como de hecho fue en origen- supuso, junto con otras artes extranjeras, como el Savate francés, Muay Thay o Boxeo inglés, la plena deportivización de los estilos japoneses de Karate, especialmente el Shotokan posterior a Funakoshi.

Con todo, debemos huir, una vez más, de crear una historia lineal de un solo estilo. Pues a principios del siglo XX parece que había más de doscientos sistemas de Karate diferentes, y no todos ellos, y ni mucho menos al tiempo, asumieron la oficialidad de que ahora goza ese sistema japonés de Karate Do nacido en Okinawa.

Otra cuestión que en ocasiones se destaca, es que se sustituye la técnica marcial Jutsu, por la vía espiritual Do, pasando del Karate Jutsu al Karate Do, al igual que en Japón se hizo con el Kenjutsu, Ju Jutsu, etc.

Este hecho ha sido contestado y criticado en ocasiones, exponiendo que se debería volver a un mayor Jutsu en detrimento del Do, cuando realmente, y desde muy temprano, las tradiciones marciales de Ryu Kyu se imbuyeron de la influencia moral del Budismo, que hacía que ese Karate Jutsu Koryu (antiguo) tuviera un importante componente moralista y de crecimiento espiritual.

Artistas marciales como Takahara Pechin (1683-1762), contribuyeron a que se incluyeran estos preceptos morales heredados de Shaolin en la práctica temprana de Te/Toudi de Ryu Kyu.

En este sentido su legado fueron unos Principios Éticos, basados en tres aspectos o valores:

• IJO. (形状, Keijô, forma). La forma, la compasión, la humildad y el amor.

• FU. (腑, entender que). Las leyes, la comprensión completa de todas las técnicas y formas del Karate.

• KATSU (鬠, hacer un lazo ( o nudo) superior). La dedicación, la seriedad del Karate que debe entenderse no sólo en la práctica o en el combate real, sino además en la esencia y la técnica.

Según transmitieron sus sucesores, algunos preceptos de Takahara fueron:
“Uno tiene el deber consigo mismo y con su prójimo”.

«Karate Jutsu es una forma de vida, la manera de entender y preservar el Karate Jutsu es a través de los kata, por medio del kata y sus aplicaciones es como se pueden enseñar las técnicas de combate real”.

A Takahara se le considera estudiante del mítico Pechin Matsu Higa (1647-1721) a quien se le atribuye la idea de evolucionar de Okinawa-te a Bushi-te, es decir la idea de otorgar a las artes civiles de combate una posición digna de las “artes aristócratas o caballerescas” relacionándolas con los clásicos valores corteses de las élites sociales, siempre imbuidos de principios y valores rectores del comportamiento.

Durante el siglo XX hubo maestros que entendieron que los concepos Jutsu y Do no se contraponen. Así, en el letrero del primer dojo de Masutatsu Oyama, antes de la fundación de Kyokushinkai, se leía Nihon Oyama Karate Jutsu, evolucionando posteriormente a la International Karate Do Organization Kyokushinkaikan.

En esta misma línea, Kaicho Bernard Creton en los años ochenta fundó su propia versión nombrándola Karate Do Renmei Karate Jutsu Kai. Puesto que ambos conceptos son y han sido siempre complementarios.

La búsqueda de un Karate funcional, que además supusiera un desarrollo espiritual o vital del adversario, es el origen de sistemas como el citado Karate Kyokushin de Mas Oyama, que crea su propia tradición a partir de la información que pudo recopilar en vida, y por supuesto de su propia experiencia vital.

Oyama y sus sucesores, quisieron idear un Karate moderno y japonés; por lo tanto basado en los preceptos del Budo Samurai, descifrando, y en ocasiones simplificando los katas a través del estudio, tanto de las tradiciones del Karate que habían heredado, como de otros sistemas a su alcance, tanto japoneses, como el Kobujutsu, Nihon Kenpo, Judo ó Aiki Ju Jutsu, como extranjeros: Taikiken, Boxeo tailandés y occidental, y otros.

No obstante, añadieron a la práctica del estilo un sistema deportivizado, que promoviera una lucha concertada realista en cuanto a la fortaleza e intensidad del combate, si acaso, aun más intenso que un combate real, al restringir los golpes de puño a la cara: el Knock Down Karate (Full Contact Karate).

Con ello se pretendía incentivar la filosofía de resistencia y perseverancia de Osu no Seishin, eje central del Karate de Oyama. Sin embargo, Kyokushin no ha sido ajeno a los problemas derivados de la deportivización, por lo que sesenta años después de la fundación del estilo, nos encontramos con dificultades similares a las vividas por otros estilos, que ha ido olvidando la verdadera funcionalidad del arsenal técnico del Karate, creando mayor distancia cada vez entre la técnica, forma y combate (kihon, kata, kumite).

Del Kyokushin, no obstante, surgieron otras ramificaciones que procuran cubrir vacíos en su práctica: Kickboxing, que incentiva el combate en larga distancia añadiendo los puños a la cara, Ashihara Karate y sus derivados, que promueve las técnicas de Sabaki (giros tácticos y manipulación física del contrario), All Round Fighting, Kudo y MMA, que procuran sistemas de lucha en todas las distancias y posibilidades, etc.

Es en la idea de All Round Karate que en World Independent Budo Kai, estamos trabajando para fomentar, a partir de la práctica realista del Kihon y Kata, un sistema de combate tan moderno, que sea capaz de recuperar y/o conservar las verdaderas esencias del Karate Koryu, y si acaso seguir evolucionando hacia la mayor eficiencia de los luchadores, sin olvidar las demás tradiciones y sistemas que componen una práctica eficiente del Karate Do, preocupado por la aplicación del mismo en cualquier aspecto de la vida real del artista marcial.

Nuestro Karate aspira a la plenitud.

 

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La UNESCO declara al Karate como la mejor formación para niños y jóvenes.

La UNESCO declara al Karate como la mejor formación para niños y jóvenes.

Este 2021, año en que el Karate se ha estrenado en los Juegos Olímpicos de Tokyo, también ha servido para que otras instituciones internacionales como la UNESCO, hayan reconocido la práctica del Karate como la mejor formación para niños y jóvenes, así como una práctica beneficionsa a cualquer edad.

Nota de prensa:

“La UNESCO ha declarado que la disciplina del KARATE es la mejor formación para niños y jóvenes de 4 a 21 años y como práctica regular a cualquier edad.
Permite una educación motora completa, reforzando todas sus posibilidades educativas y psicomotoras (espacio / tiempo, propioceptividad, lateralidad, lanzar, tirar, empujar, arrastrar, saltar, rodar, caer, coordinar, estimular la relación con otras personas (sociabilización), utilizando del juego y la lucha como un suplemento de la motricidad y con la introducción de la técnica y táctica deportiva, además de buscar una aptitud general ideal.
El COI (Comité Olímpico Internacional) lo considera uno de los deportes más completos y que promueve los valores de la amistad, participación, respeto y esfuerzo para mejorar”.

Hace unos años que algunos de los principales maestros de Karate de Okinawa se reunieron para conseguir el reconocimiento de su arte centenario como un Patrimonio Cultural Inmaterial, y no sólo lo han conseguido, sino que las diferentes instituciones mundiales han alabado la práctica en todos las edades, justificándose en las aptitudes mentales, físicas y sociales que procura en el practicante esta disciplina marcial, que a nivel deportivo a resultado ser la más completa según los entes internacionales del deporte y la educación.

https://okinawakarate-unesco.jp/

Video promocional del movimiento de reconocimiento del Karate como patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO

Este reconocimiento, que hasta ahora poseía el Judo, termina de confirmar los beneficios de esta actividad que surge como parte de la cultura okinawense, convirtiéndose, ya en el siglo XIX, en un método educativo de la escuela pública y que en el siglo XX salta a Japón y al resto del mundo, con un espíritu educativo y formativo único.

Castillo de Shuri

Diferentes estudios a lo largo de los años, como el que hizo el Imperial College de Londres, demuestran que la práctica de las rutinas y ejercicios propios del Karate tradicional, ejercen una modificación beneficiosa a nivel físico, creando en el practicante una serie de conexiones neurológicas, que modifican la estructura cerebral, optimizando las capacidades físico técnicas de los practicantes. En concreto, según publicaba la revista Cerebral Cortex sobre el estudio del Imperial College de Londres dirigido por Ed Roberts:

«..La materia blanca del cerebro de los `cinturón negro´ se estructura de forma diferente a la del resto de los mortales...»

«Los resultados revelaron que los karatecas experimentados golpeaban con más fuerza, sus movimientos estaban más sincronizados y mostraban diferencias acusadas en la estructura de la materia blanca del cerebro, en concreto en el cerebelo y en la corteza motora primaria, ambas zonas relacionadas con el control del movimiento...»

«…Los `cinturón negro´ de kárate son capaces de coordinar sus movimientos en un nivel muy superior al del resto… Esta capacidad parece estar relacionada con un ajuste fino de las conexiones neuronales en el cerebro, lo que les permite sincronizar los movimientos de brazos y tronco con mucha precisión…».

El Karate Do es en la actualidad el arte marcial más popular del mundo, con más de 100 millones de practicantes en todos los continentes. La propia individualización de su práctica en niveles avanzados, ha supuesto en ocasiones un handicap a su reconocimiento por parte de instituciones, ya que existen una gran diversidad de estilos y ramificaciones técnicas, propias del propio proceso de exploración personal de los distintos maestros. Una vez aceptado que el Karate es un arte marcial múltiple y diverso, con infinidad de variaciones, es también más fácil aceptar que el espíritu único de cortesía y mejora personal, propio de su origen okinawense, hace de su práctica un excelente método educativo para la sociedad en la que vivimos. Un mundo tan diverso, como el propio arte marcial.

Los métodos de optimización del cuerpo mediante la técnica, son tan acusados como los que corresponden a la mejora del carácter de sus participantes, y al sentimiento positivo de su práctica.

 

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IKIGAI: La razón de ser

IKIGAI: La razón de ser

El concepto IKIGAI se traduce como «Propósito vital» o «Razón de ser».

KANJI IKIGAI

La OMS (Organización Mundial de Salud) ha estudiado lo que se denominan las «zonas azules» del planeta, que se caracterizan por ser los lugares de mayor longevidad del mundo. Una de estas «zonas azules» es precisamente Okinawa, lugar de nacimiento del Karate.

La OMS interpreta que los principales motivos por los que los okinawenses (ó uchinandis) tienen una media de edad de 83, 7 años, se debe los hábitos de vida saludables (principalmente la dieta, unida a la forma de comer y el ejercicio físico) y a una especial concepción de la vida basada en el concepto IKIGAI.

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Según el autor del libro EL MÉTODO IKIGAI, el valenciano Francesc Miralles, quien ha investigado in situ esta filosofía de vida:

…El objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizar y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia…

Hay otros países como Suecia (fika) o Dinamarca (hygge), que poseen conceptos similares y se caracterizan por un alto nivel de desarrollo social y cívico.

De lo que no cabe duda, es que saber identificar objetivos en la vida podría ayudar a orientarse hacia ilusiones positivas.

En muchas ocasiones, apostamos con nuestra propia vida, intentando crear estrategias o «PLANES B» que nos distraen de nuestros verdaderos propósitos.

IKIGAI no se trata, sin embargo, de apostar toda la fortuna  «a una carta», sino que los propósitos vitales deben tener una lógica donde se aglutinen diferentes aspectos de la vida personal y pública, dejando además un margen de error asumible, y relacionando la vida con aspectos de desarrollo personal, junto a una misión solidaria con aquellas cosas que importan al individuo.

ikigai

Según F. Miralles, en una entrevista al diario El País, para identificar cuál es nuestro IKIGAI, debemos responder a las siguientes preguntas:

– ¿Cuál es mi elemento? “Hay personas que se sienten cómodas haciendo cosas solas, y a las que les estresa estar en grupo”…“Su ikigai no podrá ser enseñar, ni dar conferencias, sino una actividad más recogida”.

– ¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Es otro indicador de que se trata de una pasión por desarrollar…

– ¿Qué te resulta fácil hacer? “Hay gente que tiene facilidad para poner orden en documentos, o comprender diferentes puntos de vista…”, ejemplifica.

– ¿Qué te gustaba cuando eras niño? “Podremos saber si nuestro ikigai está en actividades artísticas, intelectuales, de ayuda a los demás, de pensamiento científico, etc.”.

Posteriormente el autor y psicólogo recomienda algo que es fundamental en el trazado de cualquier plan,  que pareciendo sencillo, resulta realmente lo más complejo y el principal motivo por el cual no dan buenos resultados desde rutinas de entrenamiento, hasta tratamientos médicos: SEGUIR EL PLAN MARCADO.

Seguir el plan marcado es la diferencia entre éxitos y fracasos. Realmente las personas con éxito en su vida suelen ser personas con una gran disciplina sobre sus propios deseos.

La diferencia posiblemente se encuentre en la satisfacción por realizar los planes trazados.

Muchos planes fracasan por diferentes motivos, en mi opinión, normalmente todos en contra del IKIGAI de la persona.

-El ikigai debe ser elegido por el individuo, y no impuesto.

-El ikigai debe satisfacer principalmente al individuo como sujeto objeto de su propia realidad.

-Ikigai debe apasionar, y la pasión se basa en los sentimientos propios, no en las concepciones sociales o las expectativas ajenas.

-Debemos desterrar la frase «conoce cuáles son tus límites» y sustituirla por «APRENDE A RECONOCER TU POTENCIAL»… Ese es el camino para descubrir tu IKIGAI

-No te obsesiones por descubrir tu IKIGAI, trata de descubrirte a ti mismo (física, mental y espiritualmente) y la respuesta aparecerá sola.

-Vive viviendo y estudia KYOKUSHIN!

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Kyokushin «Escuela de la Última y Suprema Verdad» a través de su particular entrenamiento enseña a conocerse a uno mismo, a través de la ruptura de límitesy el desarrollo de las potencialidades físicas, mentales y espirituales.

Kyokushin dará muchas pistas sobre el IKIGAI propio.

fruta

 

 
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Publicado por en 14 abril, 2019 en Filosofía

 

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