Tantas veces nos tropezamos en el camino, que tenemos que aprender a disfrutar de los logros, aunque sin detenernos demasiado a contemplar el paisaje, pues corremos el riesgo de de no seguir avanzando.
Todo comenzó en los últimos meses de 2015 y desde el imponente paisaje del Santuario de Oro, en las montañas del valle de Zuia, que siempre ha sido un lugar clave en mi Karate. Allí se forjaba una idea, una propuesta y una ilusión, que tomaría impulso junto a las frías aguas del mar Cantábrico en invierno.
A corto plazo había que devolver la ilusión por el Karate a quien la tuviera olvidada, o al menos algo despistada. También crear un nuevo lenguaje para dar un comienzo a la etapa que emergía y lo más difícil, aprender a desaprender para edificar sobre la nada.
A medio plazo teníamos que volver a la forma original, a la rutina propia del Kyokushin y empezar a conseguir pequeños logros personales.
A largo plazo avanzar más en todo ello, tanto que tuviera una repercusión seria a todos los niveles.
Y por supuesto todo debía empezar rehaciendo el equipo, activando lo que había existido siempre, y a partir del equipo, a partir de los tres factores, tal y como dicta el TRIORIGIN, crear un nuevo Big Bang.
Una energía lineal y sin límites, otra caótica y poderosa y una tercera que las haga confluir y girar creando una espiral que se expande…
Este caluroso verano deja atrás largas sesiones de entreno, lágrimas, nervios, enfados, risas, sudor -mucho sudor- sangre, abrazos, encuentros, palabras y gestos, despedidas y «hasta prontos» y mucha ilusión, muchas ganas por emprender el viaje e ir disfrutando paso a paso del camino.
La experiencia de dar ritmo al balancín para que no se pare, para que siga subiendo cada vez más alto. Un trabajo sobre la ilusión, en el que las dificultades se plantean como pruebas necesarias de una carrera de obstáculos.
Habéis ido cumpliendo los objetivos uno a uno, como saltando por un gran juego de la oca, mitad proyecto, mitad azar, cayendo en las casillas que había que caer -las buenas y las otras, las que nos hacen aprender- y cuando hemos llegado todos juntos a la meta, veo con gran expectación, que esta espiral es infinita y ascendente, ¿qué será lo siguiente? ¿a dónde nos llevarán los dados? … tan solo podemos dilucidar y seguir planteando ilusiones y proyectos, que seguro nos encontrarán entrenando, siempre dispuestos al combate, en el espíritu de OSU!
Buen trabajo,
SIPR