El Karate, entendido como una forma genuina de Budo debe ser trasvasado a todo aspecto de la vida del budoka. De nada sirve el virtuosismo técnico en las artes marciales, sino se acompaña de su natural filosofía guiada por el particular método del Budismo y otras filosofías orientales.
Las virtudes del Budo son las madres rectoras de nuestro comportamiento.
Si el cambio físico no está acompañado por la mejora mental y moral, indiscutiblemente el Budo no tiene presencia en el practicante.
Nuestra forma de discutir, rebatir o aceptar ideas son también un modo de combate al que debemos aplicar ciertas reglas propias de los métodos corteses de las clases caballerescas.
La humildad inherente en el Budo regulará la pasión propia del luchador, evitará la ira y la irritación, pues conducen al fallo, a la ofensa y arrepentimiento por haber atacado a flancos éticamente prohibidos por la rectitud y la benevolencia. En ocasiones, es mejor incluso abandonar el combate con técnicas de evasión si tememos que no nos quedará mas remedio que desenvainar la espada y matar, ya que es un último recurso que no suele merecer la pena.
No obstante, el valor heroico del samurai, nos invita a defender nuestras ideas, argumentando con recursos válidos que no dañen gravemente al adversario, pues el respeto es el elemento rector de nuestra dialéctica.
Evitaremos la ofensa gratuita y utilizar como contra argumento el ataque personalizado en lugar de refutar la idea del adversario, en palabras de Schopenhauer: argumento Ad rem en lugar de Ad personam.
Posteriormente a la confrontación, al igual que en un combate, no celebramos nuestra victoria, no nos vanagloriamos de un resultado a favor, por fácil o duro que haya resultado, pues en ello no obtendremos más que una falsa identidad de vencedor eterno, que conduce a la sospecha de nuestro interés por vencer y no por perseguir la verdad. Además, en la mayoría de las ocasiones no existe tal verdad, ni siquiera tal identidad.
El Karateka está siempre de parte de la Justicia (G. Funakoshi)
Defender la justicia y la verdad es una causa por la que podemos señalarnos y comprometernos, sin embargo, hay que entender que entre todas las “verdades” no todas ellas responden a términos absolutos.
Tal como explicaba el filósofo Hegel, si escribimos una verdad acordada pero no absoluta en un papel a las 12 de la mañana, como: “Es de día”, y recuperamos el documento entendido por verdadero tan solo diez horas después, nuestra verdad se habrá convertido en mentira. Por lo que el luchador vehemente no tendrá más remedio que avergonzarse de la pasión en su defensa de una idea que puede cambiar con la perspectiva, el paso del tiempo, el espacio o el receptor de la idea.
Un comportamiento éticamente irreprochable, inevitablemente inclinará la balanza en favor de esa autoridad moral, incluso si el objeto de debate no tiene que ver con las conductas; una reputación fidedigna suele estar precedida de méritos virtuosos, por lo que vivir de acuerdo con los códigos éticos del Bushido, además de promover de facto un comportamiento aprobado por cualquier sociedad, y otorgar beneficios físicos y mentales al individuo, beneficiará al practicante de un incuestionable peso moral.
En ocasiones podemos no estar de acuerdo con ideas que argumentan las denominadas “grandes personas” que viven de acuerdo con altos principios de conducta, sin embargo, sus argumentos siempre invitan al memos a la reflexión y consideración de las personas cultas. Siempre tendrán un espacio para ser oídos, o para actuar como jueces en una confrontación.
El uso de nuestro lenguaje debe ser tan delicado como el cuidado de nuestra espada. No debemos permitir que se oxide, ni utilizarlo para remover estiércol. Es probable que en antiguos usos, algunos guerreros bañaran sus sables en el estiércol de sus caballos para extender infecciones y pestes en sus enemigos, pero no recuerdo a ninguno que haya presumido de tal acto, es contrario al ideal del caballero.
Del mismo modo, deberíamos evitar usar palabras malsonantes cuando exponemos nuestros argumentos, así como hablar de los demás dejándonos llevar por bajas pasiones como el odio, envidia o el cotilleo.
No es lo mismo denunciar públicamente una conducta reprochable con argumentos fidedignos, que emponzoñar los oídos y corazones de la gente con mentiras en nuestro favor.
Mucho cuidado también con aquellos que traen regalos envenenados, como confesiones que le hizo sobre ti su enemigo cuando se llevaban bien, las preguntas inevitables al impostor son: ¿Por qué no me lo dijiste antes?, ¿Crees que esta información me será útil ahora?, ¿Tú piensas lo mismo, y por eso pones en su boca tus pensamientos?, etc.
No nos debemos exaltar con los insultos y las provocaciones, tal como dice la parábola samurai: Si un regalo no es aceptado ¿quién es el propietario?, obviamente la persona que lo ofrece; lo mismo ocurre con los insultos.
Escuchar la crítica es a mi juicio positivo, pero hay varios tipos de crítica y no se puede estar pendiente de todas las opiniones, pues no todas son apreciables, ni tampoco esperar que los actos de cada uno estén al gusto de todos, un budoka es juez de su propias acciones, y debe vivir conforme a su propio criterio. Una persona iluminada por un objetivo ideal no se preocupa por el chismorreo, así como el león no se preocupa de la opinión de los corderos.
Escucha la crítica de los expertos y de los que quieran tu bienestar. Y de las demás obtén su beneficio: Normalmente serán destructivas, sin embargo, si se saben analizar, pueden ser de gran ayuda, y se pueden analizar dependiendo del momento en que hayan sido emitidas; del motivo o la pasión que las guía; o del contrapunto de la misma, por ejemplo:
Si alguien habla mal de ti después de haber perdido en una confrontación, sabes que le guía su propia baja pasión, y busca una justificación a su fracaso en vez de una forma de mejora. Compadécele, pues nunca podrá mejorar si la culpa es de las males artes de su adversario o del árbitro, y no de no haber sido capaz de ser muy superior a su adversario e incluso a la opinión de los jueces.
Puede ser que la critica haya sido recibida tras haber logrado tú un éxito personal… normalmente hablará la propia envidia, que es la otra cara de la moneda de la admiración. Digamos que los iluminados admiran, mientras que los oscuros envidian, no existe la envida sana, es una forma execrable de aceptar los propios malos instintos adjetivando positivamente el odio.
En la dialéctica, nuestros sentimientos debería ser igual de nobles. Por supuesto, hablando del Budo, y de las clases samurais, no podemos olvidar que los códigos del Bushido son una idealización utópica de la clase guerrera del Japón feudal, y que ellos, en la realidad histórica, tramaban y argüían toda clase de malas artes para vencer, no obstante el crecimiento personal se consigue en base a la honestidad y no a conseguir la victoria utilizando cualquier medio.
El general chino Sun Tsu, en su obra El Arte de la Guerra; base de todo el pensamiento militar oriental y occidental, expone que la única forma civilizada de vencer en una guerra es evitando que mueran personas, y se destruyan recursos e infraestructuras. Por el contrario prefiere conquistar en base a influencias, afinidades y estrategias de control personal.
Por supuesto, Estados Unidos demostró a Japón en 1945, que se puede vencer en una guerra destruyendo dos ciudades usando las bombas atómicas, pero ¿a caso alguien puede sentirse orgulloso de tal deplorable hazaña?…
El objetivo del Budo Karate es mejorar nuestro carácter a través de la práctica, y no vencer a toda costa. Recuerda las palabras de Voltaire: La paz vale más que la verdad.
El éxito ganado sin virtuosismo tiene cortas raíces y tarde o temprano se demolerá, mientras que una derrota infligida a un gran oponente que ha usado tácticas meritorias, elevará a los dos, incluso en ocasiones el derrotado será el héroe: Héctor de Troya y Aquiles, Ramses II contra los pueblos del mar, Leónidas de Esparta que murió defendiendo Grecia de los persas, Hannival de Cartago que fue derrotado por Roma, Viriato en Lusitania que fue traicionado por sus generales o Napoleón, que aun enfrentándose contra el mundo conocido, logró expandir las ideas de la Ilustración y su gloria.
En ocasiones, una derrota digna es más valiosa que una victoria inmerecida, pues la percepción de nuestro propio honor quebrado es como nuestra sombra, nos sigue allá donde vayamos como una mancha negra.
El comportamiento honorable en una discusión es más similar al ippon kumite (combate preestablecido) y sobre todo al Ju Kumite, combate de entrenamiento en que se permite que el oponente lance sus ataques, que al combate deportivo o al real, en que debemos anular cualquier intento de agresión de nuestro oponente. Si estamos seguros de nuestro argumento, será suficiente defensa, y no tenemos por qué evitar escuchar el argumento del interlocutor.
Es posible que él intente apabullarnos, con ataques continuos y sin descanso. No quieras defender cada golpe, pues la mayoría son inocuos, y solo acabarán cansándole. Busca la oportunidad para localizar su flanco descubierto, desplaza tu posición manteniendo tu objetivo, disimula tu verdadero golpe con una técnica de distracción y golpea con sinceridad y control, ya que no es necesario dañarle, la técnica limpia y clara asestada sin defensa, será suficiente para marcar la superioridad de tu argumento.
Cuando sea tu turno de atacar, expón tu habilidad midiendo a tu adversario con técnicas corteses, que no sean demasiado impactantes, utiliza preguntas, como se utilizan las grandes combinaciones de patadas, para, de un modo socrático, desentrañar sus contra-argumentos. Una vez que conoces el poder de sus respuestas, así como tu distancia de ataque potencial, enfoca tus cuestiones hacia su error, si solo trata de defenderse, la distracción hará que no pueda contra atacar y quede a tu merced para una técnica certera o un derribo. No obstante, cuidado con perseguirle allá donde vaya… “a enemigo que huye, puente de plata”.
No te anticipes en tus respuestas si no estás seguro de utilizar contra él su propio argumento, en ese caso, la anticipación te otorgará cierta omnisciencia que invalidará su argumento.
Sé claro en tus técnicas, piensa que no se trata de un verdadero combate, por lo que es mejor utilizar técnicas que sean reconocidas por todos. En una argumentación es preferible, según Aristóteles, argumentar con opiniones reconocidas por todos, que utilizar argumentos dudosos.
Cuando tu rival sea muy superior a ti, y puesto que se trata de un entrenamiento, no te de vergüenza admitirlo, de hecho es común que en estos casos el rival superior quiera humillar a su interlocutor, en ese caso, reconocer su fuerza y habilidad, suele evidenciar al rival calificándole indirectamente como un “abusón”, seguramente se sienta avergonzado de su egolatría y baje a un nivel donde el combate sea más asumible y tengas oportunidad de lanzar tus argumentos e incluso vencer, pues intelectualmente la soberbia tiende a ser pecaminosa, y resulta difícil de perdonar.
Cuando luches con un rival inferior en capacidades, para no caer en la problemática anterior, y vencer indiscutiblemente con honor, valida a tu adversario. Incluso si sus técnicas/argumentos no son buenos o son falsos, tenlos en consideración. No te cruces de brazos, ni demuestres pasividad ante el ataque de un niño que no puede hacerte daño, pues le estarás humillando.
Las técnicas de validación son aceptar los argumentos y encadenar tu contra sobre ellos, haciendo que él también disfrute y se sienta partícipe de una construcción de pensamiento común. Te reconocerá como el rival que le ayuda a crecer y no tendrá problemas en llegar a un consenso ideológico contigo. Si se siente humillado solo obtendrás negación y rencor, no habrá crecimiento para ninguno de los dos.
Permite que llegue con sus ataques mostrando interés, que no te importe simular el fallo para que obtenga respuestas por sí mismo, ya que el autodescubrimiento es el mayor de los aprendizajes. Ya sabes que eres mejor… no necesitas que nadie más lo reconozca, es obvio, no hay gloria en aplastar al principiante, y sí en la transmisión.
El último consejo es que apoyes cualquier corrección con amabilidad y una sonrisa, de esta forma el mensaje no solo llegará, sino que impulsará al interlocutor a sumarse a tu idea y mejorar. Los reproches pertenecen al pasado, y vivimos en presente, los errores construyen las mejoras del futuro, la introspección, utilizando preguntas conduce a la sabiduría.
Por lo demás existen muchas y variadas estratagemas relacionadas con vencer en una discusión aún no teniendo razón, sin embargo, no responden a la auténtica forma cortés del Budo. Recomiendo a tal efecto, y más bien como elemento de protección: Los Tópicos de Aristóteles o El arte de tener razón de Schopenhauer.
Recuerde y medite que Kyokushinkai es la Escuela de la Verdad Suprema y que “nunca olvidaremos la verdadera virtud de la humildad”.