SIN VALOR NO HAY PRUEBA, SIN PRUEBA NO HAY CONFIANZA Y SIN CONFIANZA NO HAY RESPETO
Esta máxima enunciada por Sosai en tantas ocasiones, nos da una visión de cómo tiene que ser nuestro Karate. Tenemos que ser valientes.
El valor en Bushido no habla de no medir las consecuencias de la acción, ni de interponer la fuerza a la razón. Habla de que nuestra mente debe ser diligente a la hora de afrontar un riesgo, pero también del valor heroico, del riesgo medido. Enfrentarnos a lo que nos asusta con templanza en nuestro espíritu, temperamento en nuestra actitud y energía en nuestra acción.
Nadie duda que durante un torneo, el competidor que se expone a la pelea está afrontando un reto digno de admiración. También el entrenador, que se atreve a exponer su prestigio en base al resultado de sus estudiantes. Pero no nos olvidemos del árbitro. El árbitro ha de ser valiente en el máximo exponente del concepto Valor.
¿Y quién es el árbitro valiente? Aquel que basándose en una normativa -que por supuesto conoce a la perfección, en esto no valen medias cintas- se atreve a aplicarla usando todos sus sentidos para asegurar el buen resultado.
Es decir, un árbitro que midiendo todos los criterios propios de la decisión, no se atreve a elevar su voz o su gesto, no es un árbitro valiente… es más, no es un árbitro.
en la mayoría de los grupos de Kyokushin los criterios son los siguientes en el caso de no haber puntuación o falta a favor o en contra de ninguno de los competidores:
1º Daños causados: se trata de que los competidores, sin llegar a haber recibido un waza ari o un ippon, han recibido daños considerables, que les han limitado por debajo de sus contrincantes.
Este es el primer criterio. Es decir si Akka ha ejecutado un giako tsuki que ha deshinchado por completo a Shiro, y shiro ha estado a punto de recibir waza ari en contra, pero se ha repuesto, este punto seguirá siendo decisorio a la hora de dar una decisión a favor de Akka.
En casos prácticos, he llegado a ver árbitros que otorgan waza ari a acciones que después han sido desestimadas por no ser suficientemente aptas para ser puntuables, pero que sin duda han causado daño, e incluso repitiéndose esto en varias ocasiones, y tras la decisión final han votado empate…
Otro ejemplo es un competidor que ha sufrido constantemente técnicas sobre su pierna, y aunque quizá haya intentado lanzar mil técnicas sobre su oponente, mientras que el ejecutor se ha limitado a tres gedan mawashi geri con una fuerza desmesurada, sin haber recibido daños en contra, el ejecutor de esos tres low kicks, será el vencedor por ser objetivamente más eficaz.
Se trata de proteger al competidor, y de que nadie sufra lesiones innecesarias. Si se prolongara una extensión más, acabaría habiendo un punto a favor del competidor más austero, pero quizá también una lesión irreversible de rodilla, o un competidor que puede lesionarse, y no poder optar a continuar la liga.
2º Técnicas eficaces: Se tendrá en cuenta, que sin haber daños ostensibles, o habiendo el mismo número de ellos en los dos contendientes, uno de los dos ha sido potencialmente más eficaz. En este sentido, este criterio -que no aparece en todas las normativas, ya que es algo más subjetivo- debe ser valorado por expertos karatekas. Pero en general, podemos decir que unas buenas combinaciones o técnicas bien dirigidas a puntos vitales, serán mejor consideradas que técnicas dispersas que no estén bien dirigidas.
A su vez, este segundo punto está íntimamente ligado al siguiente
3º Control del combate: Se trata de discernir cuál de los dos competidores domina la acción y es superior técnica y tácticamente, quién de ellos lleva la iniciativa en las distintas acciones, etc.
Esto no quiere decir, que un competidor tenga que ir hacia delante para ganar, ya que hay tácticas envolventes, y competidores que reculan para buscar su distancia, realizando técnicas eficaces.
En algunos grupos lo definen como dominar el centro, sin embargo, hoy en día y con los nuevos métodos de entrenamiento y competición, hay competidores que buscan las esquinas y pelean utilizando todo el área, y no por eso pierden la iniciativa en las acciones de ataque o en su eficiencia.
Volviendo a algún ejemplo práctico, recuerdo que en algunos competiciones se ha otorgado empate a competidores que se limitaban a avanzar soportando los golpes de su adversario con los brazos pegados al cuerpo, llegando incluso a cargar todo el cuerpo contra el del oponente… en la decisión final, los diferentes paneles arbitrales, dieron más importancia al hecho de que el competidor avanzase, aunque no realizara técnica alguna que al contrincante, que trataba de coger distancia y golpear reculando. Estoy seguro de que leído resulta aún más ridículo…
4º Número de técnicas: Si todo lo anteriormente expuesto es igual, podemos optar por el último criterio de decisión. ¿Quién de los dos ha hecho más técnicas que hayan llegado al rival? seguramente encontraremos una respuesta, es raro que los dos contrincantes hayan sido totalmente iguales en todos los puntos anteriores. Pero si no hemos podido discernirlo, seguramente uno de los dos haya hecho más técnicas que el otro.
He de aclarar que estos cuatro puntos no son un compendio de reflexiones, sino un escalera de valor de criterios. Es decir, si el primer criterio es suficientemente claro como para otorgar la victoria, no debemos pasar al segundo.
Imaginen la situación, un adulto entrenado pelea con un niño de siete años… Es posible que el niño se mueva más, haga más técnicas y posiblemente puedan ser técnicas potencialmente eficaces, sin embargo el adulto, sin desear noquear al niño, podrá derribarle fácilmente y ocasionarle más daños con un sólo golpe que el valiente niño.
Si en la decisión nos basamos en juicios personales, conseguiremos que en el segundo asalto el crío resulte lesionado.
Verán este ejemplo como algo descabellado, por la exageración en la diferencia de edad, sin embargo apliquemos la realidad de los combates que vemos en cualquier campeonato… resulta que ante situaciones de clara desigualdad, los jueces una y otra vez confieren empates… realmente son jueces sin voto, meros espectadores de primera línea… mi pregunta es ¿por qué?
En muchas ocasiones la respuesta es la presión, otras la falta de instrucción, otras el miedo, otras el dejarse llevar por influencias externas… realmente no creo que sea habitual la trampa… aunque sí es cierto que está demostrado que el ojo humano tiende a mirar al atleta conocido, discriminando el valor del contrario.
En todo caso, el árbitro, como garante del Bushido y su etiqueta, debe ser ejemplo de valor heroico y atreverse a dar su opinión, incluso frente a la presión de su propio grupo. Ya habrá tiempo de rectificar si se equivoca -para eso está el resto del panel arbitral- sin embargo un juez o un árbitro sin voto es irrectificable e inservible. Además de carecer de valor, carece de opinión, por lo que no hay prueba para él, y por tanto nunca ganará su propia confianza, ni su respeto, por lo que no se sentirá satisfecho con su trabajo y despreciará el trabajo de los demás, al no ser capaz de valorarse a si mismo.
Para que se corrijan este tipo de fenómenos debe haber un compromiso piramidal, de árbitros veteranos que -en base a la normativa y nunca a su opinión- informen y apoyen al resto de su equipo, pues la corrección no debe quedarse en la mera crítica, sino en la información y el aprendizaje continuado.
Otro ejemplo de falta de valor en la decisión es atribuible al Sushin (árbitro central) En Kyokushin, el central tiende a ejercer un alto corporativismo en la mayoría las organizaciones, y no emite juicios hasta después de saber que su imagen quedará intacta, arrastrándose con la opinión del resto de los jueces, aun teniendo en muchas ocasiones una opinión contraria.
Hay un punto más allá aún, cuando deja de tener una actitud ética, supongamos:
En la primera extensión hay dos jueces que dan a shiro vencedor y otros dos que otorgan empate. El central otorga empate… en la segunda extensión se repite el resultado y el central… ¡Vuelve a otorgar empate! dejando que la báscula decida quién es el vencedor.
En caso de que sea shiro, no pasa nada. En caso de empate, vuelven a pelear. Pero en caso de que akka sea el ganador, el central está condenando a que venza un competidor al que en dos ocasiones dos jueces le han declarado perdedor y otros tres jueces no le han definido como vencedor… En este tipo de casos, se reclama más que nunca el valor heroico de árbitro central, y se demanda que haga su trabajo.
La solución a todas estas cuestiones, y otras más, suelen pasar por saber qué se siente cuando se pelea y conocer a la perfección la normativa, que es la principal herramienta del árbitro, ganaremos confianza en nosotros mismos y seremos incontestable en nuestros argumentos. En ese momento la labor del árbitro podrá ser valorada, reconocida y respetada…
Si exigimos que los competidores se preparen para los torneos, ¿cómo podemos pretender arbitrar sin prepararnos nosotros? ¿Cómo se puede juzgar sin conocer las normas? ¿Cómo podemos basarnos en tradiciones propias y no en normativas establecidas? ¿Cómo no podemos tener en cuenta la opinión del equipo arbitral? ¿Cómo podemos arbitrar karate sin comportarnos como karatekas?
En el siguiente enlace se pueden consultar extractos de los distintos métodos de competición de Kumite de Karate Kyokushin:
kyokushin sipr