Hace apenas unos días, fui honrado con un regalo por parte de Kancho Bernard Creton, 10º dan, Presidente-Fundador de World Independent Budo Kai y el estilo Karate Jutsu Kai, un hanko personal diseñado por el maestro de Shodo (Caligrafía artística japonesa) Sensei Nobuko Tamaru, 8º dan de Shodo y 1er dan de Kyokushin; otorgado por Sosai Mas Oyama.
HANKO (“pequeño sello”) es un tipo de firma personal, que en Japón se utiliza en lugar de la firma normal, en situaciones como la rúbrica de un contrato, o la firma de certificados y títulos. El hanko es un sello que sirve para la identificación personal, de una empresa o de una entidad. Estos sellos se utilizan con un tampón bermejo especial. La marca que queda al estampar el hanko es conocida como inkan.
En Artes Marciales, estos sellos aparecen en los certificados de grados que firman los instructores.
Japón adoptó este sistema en el año 1874 para firmar cualquier tipo de contrato oficial, y es usado aun en la actualidad.
En las empresas los empleados suelen entregar documentos a sus superiores para que estos estampen su sello de aprobación. El sello es un símbolo sutil del ejercicio del poder en estos ámbitos.
Muchas personas disfrutan en la intimidad del hogar el momento en el que estampan su inkan, pues dejan la impronta de su casa, su clan o su familia, conceptos muy importantes en la cultura japonesa.
Muchas personas en japón y actualmente en el resto del mundo, obtienen su hanko por puro placer artístico, estos suelen utilizar soportes tradicionales, siendo el más común el de madera de bog.
El hecho de recibir este regalo, que en adelante usaré para firmar los certificados de grado, me ha hecho reflexionar a cerca de mi estudio con el maestro Paskal Krieger, con quien tuve la oportunidad de entrenar en Ginebra durante unos meses de estancia allí. Tuve el honor de aprender bajo sus instrucciones Judo, Kenjutsu e Iaido, además de asistir a una demostración impecable de caligrafía Kanji, ya que el maestro es uno de los expertos occidentales más acreditados del mundo.
El arte del Shodo (caligrafía artística) es un estilo artístico, además de un tipo de escritura, que además guarda una estrecha relación con las Artes Marciales japonesas y por supuesto con los artistas marciales. En palabras de Pascal Krieger «… El pincel en una mano y en la otra el sable…»
De Hanshi Krieger, recibí dos kanjis que se encuentran enmarcados en el shomen de mi dojo de Vitoria, Mu y Ki.
MU, lo obtuve unos días antes de comenzar mi formación con él, quiere decir vacío o nada, es la respuesta a algunos koan de meditación; acertijos que usan los mojes zen para meditar sobre ellos pasando estadios trascendentales de meditación zazen.
El segundo, me fue otorgado tras acabar mi estancia de cuatro meses, se trata de KI (también CHI) que simboliza la energía interior.
En una visita posterior al maestro, en 2016, tuve el honor de recibir un ejemplar de uno de sus libros que me ha hecho reflexionar sobre muchos aspectos de las artes marciales, «TEN JIN CHI ó un enfoque caligráfico del Budo» (P. Krieger, 2005)
En esta magistral obra el maestro realiza una comparación consciente y basada en la práctica continuada durante más de 50 años del Budo y la Caligrafía Kanji.
En este tipo de escritura, según explica el maestro, …el trazo es voluntario, fuerte, anguloso, extremadamente preciso y elaborado, con criterios de proporción y equilibrio imprescindibles…
El texto realiza unas comparaciones tan hábiles como: …Cuando un ideograma está especialmente bien logrado, son, en verdad, sus formas las que contemplamos ¿pero podemos describir concretamente lo que ha pasado entre el pincel, la tinta, el papel y nuestro espíritu para conseguir estos trazos?…
Quiero suponer que cualquer artista marcial bien iniciado, podrá aplicar este pensamiento al resultado de su propia actividad a los ojos del mundo.
Llegando más allá de la propia coincidencia, el maestro explica en su introducción:
«…varios de los movimientos de caligrafía, me han ayudado a entender mejor el movimiento de armas y viceversa. Además la terminología china o japonesa, siempre vigente en la mayoría de las Artes Marciales, contiene a menudo, en el mismo ideograma, el sentido profundo de la técnica que describe…»
Desde el dojo, en este caso, el papel como dojo, hasta la etiqueta y filosofía del calígrafo, pasando por el cuidado de los pinceles o la unificación del espíritu, el maestro explica cómo hace realidad el precepto EL MUNDO ES MI DOJO.
También explica que en uno de los tipos de escritura, el estilo Sosho, o estilo hierba, la práctica es similar a nuestras firmas occidentales, donde lo de menos es la legibilidad de la forma, sino más bien una marca de identidad propia del escritor. Hanshi Krieger, explica que cuando firmamos, cambiamos o adaptamos incluso nuestra posición, pues estamos implicando todo nuestro cuerpo para realizar nuestra firma.
Cuando observamos más paralelismos entre el arte y el Budo, es inevitable hacer referencia a todos los grandes maestros de artes marciales que dedicaron su vida a esta dualidad que parece resultar íntimamente ligada en casos como Miyamoto Musashi, quien además de ser el prototipo del espadachín japonés, sus textos son fundamentales en el pensamiento global en cuanto a marketing (el libro de los 5 anillos) y también estrategia marcial, y su obra pictórica de trazos tan rectos y sencillos, que denotan una capacidad casi sobrenatural para tajar con su sable
También el fundador de Kyokushinkai, Mas Oyama, era aficionado a la escritura, testimonio de ello, son sus múltiples libros, así como a la música, el maestro Oyama se entretenía en su juventud tocando la flauta. En varios escritos el maestro explica la importancia del ritmo en el Karate.
En cuanto a la escritura Kanji, Sosai Oyama encargó la grafía de su escuela, Kyokushinkai, al prestigioso maestro de Shodo Sensei Haramotoki
«La pobreza sabe permanecer digna, sin dignidad, la pobreza se vuelve miseria»
El maestro concluye su obra con esta frase, según dice, su grafía favorita, la cual encontró en una estela japonesa en el templo Zen Ryo-an Ji, en Kyoto. Expresa una forma modesta y simple de vivir, pero cargada con una intensidad en su dignidad, que define bien al tipo de hombre que es Hanshi Krieger. Montado en su bicicleta para llegar al dojo a las siete de la mañana, y con su dogi en la parrilla, me resultó un ejemplo de humildad, y ya en el dojo, en cada movimiento, y yo diría en cada latido de su corazón, expresa una apabullante energía, propia de la idealización de un Shogun.
Cuando pienso en algunos grandes maestros que he tenido la oportunidad de conocer, como él, o como Kancho Creton, también mencionado hoy, mi primer pensamiento es Dignidad, el segundo es Ejemplo… algún día quizá podré invertir el orden.