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CAFÉ AL KO! Entrevista

CAFÉ AL KO! Entrevista

El domingo 6 de Agosto se emitió en el canal de YouTube «Tu dojo de Karate» del Senpai Marc Vela, la quinta entrega de la serie de entrevistas «Café al K.O.»

En esta ocasión he tenido el honor de ser el invitado para conversar sobre Budo en el Siglo XXI.

Quisiera agradecer al Senpai Vela su amabilidad y darle la enhorabuena por su impecable trabajo técnico y humano.

 

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El poder del pensamiento único

El poder del pensamiento único

El célebre Daimyo Yamamoto Tsunetomo, autor del Hagakure, escribió:

“El pensamiento único es el más potente”

La idea de pensamiento único tiene connotaciones diferentes en nuestra Europa actual, que en el Japón de la era feudal.

Esta idea, en Europa, fue desarrollada en su origen por el filósofo Arthur Schopenhauer, y posteriormente Ignacio Ramonet y otros aplicaron el concepto al tipo de desarrollo social, propio de la izquierda, basada en una pirámide tecnocrática de jerarquía social.

El concepto moderno, según Schopenhauer, es el de aquel pensamiento que se sostiene a sí mismo, de modo que constituye una unidad lógica independiente. Posteriormente, esto fue redefinido por Herbert Marcouse como pensamiento unidimensional, como crítica a un pensamiento global dirigido hacia unas características sociales determinadas, y en relación a las élites dominantes que no permiten la diversidad de pensamiento, la negación y la crítica.

El término, en el concepto del Budo, tiene cierta relación en cuanto a varios aspectos relacionados con la orientación del pensamiento comunitario, y se caracteriza por un concepto diferencial, esencial e individualista; en Budo, el pensamiento único, trata de la detención y control del pensamiento propio.

Un pensamiento único, o unificado, en el que todos los miembros de la comunidad cooperan por un objetivo común, es en efecto, potente y valioso. Otra cosa, es que la idea del pensamiento común tenga un fin moralmente reprobable o sea socialmente válido.

En este sentido, se entiende que la diversidad de la sensibilidad humana considera como positiva su finalidad. Es decir, si todos entendemos que el reciclaje y el cuidado de la naturaleza es un elemento de valor para nuestro desarrollo social, ese pensamiento único ayudará a que todos los miembros del grupo social contribuyan positivamente al cuidado del medio ambiente. Si por el contrario, una parte del grupo social considera que otra de las partes es el origen de los problemas de su civilización y merecen el exterminio, ese pensamiento único aprobará atrocidades como el Holocausto promovido por Adolf Hitler en la Alemania Nazi.

Es necesario, por lo tanto, apoyarse en valores universales aprobados por toda la comunidad, de tal manera que puedan ser ratificados por los componentes de todo el espectro social, y aun en distintas generaciones, como por ejemplo la Declaración de Derechos Humanos.

Convencionalmente, la práctica de las Artes Marciales -entendiendo cada dojo como una pequeña sociedad compuesta por una pirámide jerarquizada con un objetivo de desarrollo personal y cuidado de la sociedad-, se nutre de los valores propios de Budo, recogidos en siete virtudes en la obra de Inazo Nitobe, Bushido, escrita como compilación de la tradición Samurai: Benevolencia, Valor, Humildad, Lealtad, Respeto, Honestidad y Rectitud.

Además, cada escuela se nutre de su propio sistema de valores, en el caso de Kyokushin, el lema es:

Cabeza baja (humildad), ojos altos (ambición), boca cerrada (respeto) y buen corazón (amor filial), Los padres son el punto de partida.

Junto con un conjunto de promesas de participación recogidas en el Dojo Kun, que expresan los compromisos de los participantes con el fin de mejorar su carácter a través del entrenamiento: entrenamiento constante, atención a las enseñanzas, abnegación, cortesía, humildad, sabiduría, fuerza; y en resumen, comprender el verdadero significado del camino marcial a través de la práctica.

Este pensamiento único de toda la comunidad promueve un sistema de valores fuerte y unificado, que tiene como fin avanzar hacia la paz mundial.

Por otra parte, en el contexto en que se escribió el Hagakure, propio de la mentalidad y filosofía Budista, el pensamiento único supone una mirada hacia el interior del individuo.

En la práctica del Karate el pensamiento único está bien definido por el Kime, fuerza fisico-mental de determinación hacia un objetivo. También Kiai la unificación de la energía físico mental exteriorizada mediante un grito.

Todos tenemos tendencia a un pensamiento que divaga en muchas ideas a la vez. De manera natural, nuestra mente tiende a funcionar de forma automática, permitiendo que estos pensamientos circulen libremente, sin filtro, como pelotas de pin-pon rebotando dentro de nuestra cabeza. Lo que provoca “pensamientos rumiantes”, que nos llevan inevitablemente a detenernos en las emociones más duras, tendentes a provocar un estado de estancamiento emocional: dolor, ira, tristeza, melancolía, miedo, rechazo… Obviando, a su vez, aquellas que resultan más atractivas de digerir: alegría, ilusión, esperanza, optimismo…

Los sistemas de alerta de nuestra mente se alteran ante la presencia de las emociones que provocan alarma, ya que naturalmente estamos diseñados para ocuparnos de las situaciones críticas en primer lugar. Sin embargo, tendemos a confundir esta alerta con un rechazo a las demás sensaciones, ya que las emociones consideradas positivas suelen corresponder a proyectos de presente y futuro, mientras que las negativas se alimentan del pasado; de lo ya experimentado de alguna manera, y que rechazamos; o de previsiones pesimistas para el futuro en base a este aprendizaje, que pueden ser reales o propias del prejuicio ideológico. Es decir, el miedo a la muerte no está alimentado por la experiencia real, sino por el prejuicio natural a ella, ya que nadie la ha experimentado realmente en varias ocasiones y ha aprendido en base a sensaciones reales empíricas.

Podemos imaginar que nuestras emociones son como las olas del mar, y nosotros somos un surfista.

Obviamente todas las olas que vengan van pasar por nosotros y de alguna manera, las vamos a experimentar, pero nosotros elegiremos la más conveniente a nuestro fin para surfearla.

No quiere decir que evitemos las que no nos convengan, tan solo las dejamos pasar, para que se rompan en la orilla.

Los surfistas experimentados, son capaces de atravesarlas navegando o sumergirse en el agua para no ser arrastrados por la ola que no desean. Esto mismo se hace con las olas emocionales mediante técnicas de distracción. La emoción seguirá estando, pero cada vez se irá más lejos hasta desaparecer. Para ello, empleamos meditación; unificamos el pensamiento y lo paralizamos; para posteriormente centrarnos en la emoción más conveniente.

Otra técnica de entrenamiento es temporalizar las emociones, no permitiendo que una misma emoción nos invada por más de 10 minutos.

Durante esos diez minutos, en los que se pasa por las diferentes fases de la experimentación y reconocimiento de la emoción, hay que buscar estrategias de distracción. El fin es encadenar la emoción con otra nueva más liberadora, que permita que podamos dejar pasar esa “ola” que nos está reteniendo dentro de una emoción no deseable, y escoger otra más “sobrellevable” que distraiga el pensamiento.

No podemos luchar contra las olas del mar, ya que la fuerza de la naturaleza es inevitablemente más fuerte que nosotros, pero podemos aceptar sus condiciones con amabilidad: ¡Ningún surfista está obligado a lanzarse al mar! Lo hacen por disfrute y conexión con la naturaleza.

Durante el entrenamiento diario en Kyokushin Karate, podemos entrenarnos en esta práctica desde el mismo inicio de la sesión. Sentados de rodillas, en una postura ligeramente incómoda (seiza), aceptamos con amabilidad y dignidad esa posición, que nos mantiene en una cierta tensión que recibimos como una alerta de nuestros impulsos, bajo el propósito de unificar el pensamiento en la práctica rigurosa del entrenamiento. No luchamos contra el dolor, lo aceptamos, y nos servimos de la respiración profunda para tal fin.

Incluso el momento en que llega la hora de ir al dojo y nos invade una emoción de pereza: preparar el karategi y la mochila, salir de casa, cambiarse… el propio proceso ritualizado de doblar adecuadamente el karategi y el obi (traje de práctica y cinturón) se pueden convertir en un ejercicio de distracción para dejar pasar esa emoción. Ritualizar esta práctica, mientras nos alimentamos de las emociones positivas vividas en relación con su uso, nos pueden animar a acudir al entrenamiento (keiko) para mejorar un día más.

El sentimiento de dignidad que ofrece el ritual nos compromete también con la práctica, ya que le aporta valor y profundidad.

Este sistema de preparación de la vestimenta, fue ritualizado por los antiguos samuráis del periodo Edo. La forma de realizar la lazada de la hakama (falda-pantalón propia de los samuráis), era usado como un periodo de meditación para centrarse en la aceptación de la muerte y la frugalidad como forma de vida.

Atención plena. La mente del samurai

Las terapias relacionadas con el Mindfulness (atención plena) que se basan en la meditación budista y en el estoicismo clásico, hablan de tres tipos de mente: Mente emocional, racional y sabia, según el tipo de estado por el que nos dejemos guiar.

El concepto de “mente sabia” fue desarrollado en 1993 por Marsha Linehan en su terapia para el tratamiento de las personas diagnosticadas de trastorno límite de la personalidad: la terapia dialéctico conductual. Esta terapia tiene entre sus objetivos la regulación del afecto, el aprendizaje de habilidades y la aceptación del cambio como algo inherente a la vida.

Cuando nos encontramos en el uso activo de la “mente emocional”, percibimos lo que nos pasa en función de lo que sentimos en ese instante. Si nuestras emociones son muy intensas, podemos distorsionar la interpretación que hacemos de las situaciones y de nuestras circunstancias y actuamos «en caliente». Pero, también, podemos encontrar la motivación, la pasión y la energía que necesitamos para alcanzar nuestras metas, para ayudar a los demás o para sobreponernos a las dificultades.

Por otro lado, cuando se activa nuestra “mente racional”, observamos nuestra vida desde la lógica y el empirismo. Nos centramos en los hechos y en la razón, dejando aparcadas las emociones, y actuamos «en frío». Este estado nos permite llevar a cabo planes, seguir instrucciones, dirigir equipos y tareas, etc.

Ambos estados tienen sus funciones y beneficios. Por ello, aunque a veces podamos anhelar desactivar alguno de ellos, necesitamos tanto de la razón como de la emoción para vivir. Nuestro objetivo último es el de integrarlos, utilizando la «mente sabia», y aunque no logremos mantenernos en este estado continuamente, si lo logramos, conseguimos cierta distancia del problema a resolver (maai) para verlo con lucidez, encontrar soluciones o al menos relativizar su gravedad.

La definición que el teólogo y filósofo catalán Joame Balmes dio en el siglo XIX al respecto es:

“La razón es fría, pero ve claro; darle calor y no ofuscar su claridad; las pasiones son ciegas, pero dan fuerza; darles dirección y aprovecharse de su fuerza.”

En el libro “La meditación del guerrero”, el autor y artista marcial Richard L. Heigth explica el tipo de mentalidad que, en el mundo actual, con su estrés y rapidez, deberíamos adoptar del antiguo mundo samurai:

“Debemos imaginar un campo de batalla con solo samurai rodeado de múltiples oponentes que intentan matarlo.

La atención de cualquier novato salta de un oponente a otro en un ansioso intento de defenderse.

Tal intento cansa pronto al guerrero, que será derrotado.

Un guerrero experto dirige su atención de manera uniforme en todas las direcciones. Pero aun y así, experimenta ansiedad mientras planifica mentalmente su estrategia. Su pensamiento y su ansiedad pueden ser su perdición si sus oponentes son verdaderamente hábiles.

La atención de un maestro samurai, al igual que la del guerrero experto, se reparte uniformemente, pero él permanece tan tranquilo como la superficie de un lago en calma, sin tener una idea predeterminada de cuales pueden ser sus acciones. Su cuerpo elegirá la acción correcta sin un solo pensamiento.

Necesitamos que nuestras acciones, en un mundo tan apresurado, fluyan desde la profundidad de la consciencia. La meditación ayuda a expresarse de forma natural.”

La forma natural de combate, contra uno o varios oponentes, al igual que en el enfrentamiento con la propia existencia, es aceptar las diferentes situaciones como las acepta el agua, adoptando la forma de su recipiente y buscando la salida en forma de movimiento y cambio. Si no encuentra una grieta para seguir su curso, se evaporará, pero siempre buscará la salida de una forma creativa, de lo contrario se estanca, enferma y muere. El agua acepta y entiende el cambio. Y nosotros somos agua.

En sus enseñanzas Buda no entiende a los humanos como formas fijas o estáticas, sino que nos describe como un serie de cinco procesos cambiantes: Procesos del cuerpo físico, de los sentimientos, las percepciones, las respuestas y el flujo de conciencia que los experimenta a todos.

Nuestro sentido del Yo surge por el apego e identificación con uno de estos procesos. Nos podemos identificar con nuestro rol social, con nuestros deseos, con nuestro deber, con nuestros sentimientos o incluso con nuestra situación económica, eligiendo arquetipos que nos protegen como una armadura. Sin embargo, estas armaduras nos pueden llegar a ahogar y convertir nuestra identidad deseada en una tumba en vida hecha del prejuicio y falsa identidad, provocando miedo a la pérdida y la derrota.

Si acepto que ese no es mi mundo, y que puedo ser nada y todo a la vez, superando mis propias barreras, podré adoptar un pensamiento flexible y creativo, sin necesidad de anclarme en emociones que no me permiten fluir con mi propia corriente.

Toda evolución positiva pasa por la aceptación amable del cambio. Y esta evolución debe estar dirigida por un pensamiento unificado, una voluntad de pensamiento único hacia la liberación personal.

 

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A veces se gana y a veces se aprende. El ajuste

A veces se gana y a veces se aprende. El ajuste

No entiendo que alguien vea metas en el fracaso. No obstante, esto no quiere decir que no se puedan rescatar datos positivos, que sirvan como base para el ajuste (A veces se gana, y a veces se aprende)

El samurai Muso Gonosuke se enfrentó armado con su bo (vara de 180 cm) a Miyamoto Musashi, por quien fue derrotado, tras realizar ajustes acortando la medida de su arma, volvió a enfrentarse a él, obteniendo la victoria. Es el creador del Jo-Do.

Un objetivo, o una meta, no puede estar cumplido si se proyecta ganar un campeonato, y no se gana. En ese caso podemos hablar de marcas personales, pero no de objetivos cumplidos.

En una visión positivista se pueden elevar ciertas marcas a la categoría de retos individuales: superar miedos, límites físicos, dar lo mejor de uno mismo, conseguir aplicar ciertos aspectos del entrenamiento, e incluso disfrutar la experiencia y participar. No obstante ninguno de estos puede ser un objetivo principal en una competición.

El objetivo de cualquier torneo es ganar de acuerdo con las reglas establecidas. Y como complemento ideal, ganar con la mejor marca personal, que será lo que realmente aporte el nivel de excelencia y exigencia aplicable a la plenitud personal del competidor.

Una marca personal y un objetivo no pueden ser lo mismo.

Un competidor crítico puede estar satisfecho de una marca sin haber cumplido su objetivo, pero dudo que esté encantado de haber perdido…

La marca está condicionada por la mejora en los diferentes aspectos que envuelven el desempeño en una competición.

No obstante, si el competidor nunca gana ninguna confrontación y sigue satisfecho,  quizá se esté ahogando en sus propias marcas, descuidando el objetivo, que en Karate es, principalmente, la eficiencia probada, o en kata, la perfección técnica aplicable a la eficiencia en combate. En ese caso, debería replantearse su desempeño general.

Participar es importante, pero ganar es el objetivo.

Para un karateka combatir es su vida y vencer es su romance (Masutatsu Oyama)

En un terreno mucho más optimista, pero también alejado de la realidad, están las disculpas relacionadas con la experiencia (Instagram: «un reto más…», «seguimos sumando!», etc.) Aunque sea 0.2, 0 suma 0.

Por otro lado esto no debe desanimar, sino impulsar a revisar las rutinas de entrenamiento, alimentación, psicología, hábitos…

Una misma acción, suele llevar a resultados similares. Si uno no cambia, y los condicionantes son iguales, es difícil cambiar los resultados.

Aceptar el cambio enfocado a la mejora es parte de un entrenamiento racional y humanista, en el que el alumno y el instructor intercambian datos orientados al ajuste, y en base a la mejora continua.

En este sentido hay que ser honesto con los resultados obtenidos, ya que el fin es mejorar.

Si el maestro Splinter no hubiera sido honesto y exigente con el desempeño de sus pupilos, el Clan del Pie hubiera cenado sopa de tortuga…

Aun aceptando todas las excusas (mal día, arbitraje irregular, imprevistos…) siempre hay que procurar mejorar las marcas personales y orientarlas a la consecución del objetivo principal, que es ganar, y hacerlo con la mejor marca personal posible.

Aquel que se ampara en sus excusas pierde la idea de la optimizacion continua en base al ajuste, y se aleja del objetivo principal para futuras confrontaciones.

En mi experiencia, tanto en la competición no profesional, como en el denominado «deporte base», no me importa demasiado si un competidor no logra el objetivo de ganar el campeonato, si por el contrario, ha logrado mejorar sus marcas en el proceso, que incluye el propio entrenamiento y la mejora personal, ya que lo entiendo como una inversión de futuro de cara a su desarrollo. Pero he de reconocer que no me entusiasma perder.

En el deporte profesional existen factores económicos y empresariales que pueden condicionar al practicante en su desempeño. Sin embargo, la base del desarrollo de las capacidades del competidor es la misma.

Hay otro aspecto que muchas veces se descuida en el análisis crítico entorno a la derrota en una confrontación: A veces el rival es mejor.

Incluso habiendo optimizado las propias marcas, estas no son lo suficientemente buenas como para vencer a ese oponente. En ese caso, habrá que replantearse aspectos que van desde ajustes en el entrenamiento, a saber si la categoría y división son adecuadas a las aptitudes del competidor respecto de sus rivales.

Una vez más, el entrenador debe ser honesto en el análisis de los resultados.

Krilin no era capaz de vencer a Goku, sin embargo, era mucho mejor que cualquier otro humano… ¡Hasta podía volar! 😉

En un sistema de eliminación directa, esta honestidad es muy relevante, ya que es posible que el competidor haya sido eliminado en la primera ronda (como pasa con el 50% de los competidores) habiendo realizado buenas marcas, con el condicionante de que el rival era mejor. Incluso estando en un nivel superior al resto de los competidores que conforman la liga (coloquialmente se habla de «finales anticipadas). El entrenador debe situarle en un análisis optimista y, como siempre, realizar los ajustes oportunos, y rescatar esas marcas que hubieran resaltado más de haberse tratado de una final, y que parecen empañarse en una fase previa.

Los aspectos motivacionales deben ser una prioridad para el entrenador y el conjunto del equipo, y cada oportunidad de entrenamiento y competición, deben suponer un impulso hacia la mejora y la satisfacción con la actividad.

Hanshi Claudio Alessi guiando a su pupilo, Sensei Sacha Décosterd

En ese mismo sentido el competidor también debe ser honesto con su entrenador, y transmitirle sus sensaciones, objetivos y metas, con el fin de construir puentes sólidos de comunicación hacia fines comunes.

Los hechos, en una competición, no deben desvirtuarse amparándose en excusas, si queremos que la información que rescatamos sea fidedigna.

Es conveniente que el análisis se haga de la manera más objetiva posible, y validando aquello que se pueda rescatar del desempeño del competidor, de cara a reforzar el ajuste.

El tiempo; que conforma la experiencia, es útil si el competidor acepta el ajuste, se centra en mejorar sus marcas y realmente desea cumplir con el objetivo. De lo contrario, deberá satisfacerse con sus historias de Instagram…

https://movementwise.org/stories/claudio-alessi-and-sacha-decosterd/

 

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IKIGAI: La razón de ser

IKIGAI: La razón de ser

El concepto IKIGAI se traduce como «Propósito vital» o «Razón de ser».

KANJI IKIGAI

La OMS (Organización Mundial de Salud) ha estudiado lo que se denominan las «zonas azules» del planeta, que se caracterizan por ser los lugares de mayor longevidad del mundo. Una de estas «zonas azules» es precisamente Okinawa, lugar de nacimiento del Karate.

La OMS interpreta que los principales motivos por los que los okinawenses (ó uchinandis) tienen una media de edad de 83, 7 años, se debe los hábitos de vida saludables (principalmente la dieta, unida a la forma de comer y el ejercicio físico) y a una especial concepción de la vida basada en el concepto IKIGAI.

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Según el autor del libro EL MÉTODO IKIGAI, el valenciano Francesc Miralles, quien ha investigado in situ esta filosofía de vida:

…El objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizar y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia…

Hay otros países como Suecia (fika) o Dinamarca (hygge), que poseen conceptos similares y se caracterizan por un alto nivel de desarrollo social y cívico.

De lo que no cabe duda, es que saber identificar objetivos en la vida podría ayudar a orientarse hacia ilusiones positivas.

En muchas ocasiones, apostamos con nuestra propia vida, intentando crear estrategias o «PLANES B» que nos distraen de nuestros verdaderos propósitos.

IKIGAI no se trata, sin embargo, de apostar toda la fortuna  «a una carta», sino que los propósitos vitales deben tener una lógica donde se aglutinen diferentes aspectos de la vida personal y pública, dejando además un margen de error asumible, y relacionando la vida con aspectos de desarrollo personal, junto a una misión solidaria con aquellas cosas que importan al individuo.

ikigai

Según F. Miralles, en una entrevista al diario El País, para identificar cuál es nuestro IKIGAI, debemos responder a las siguientes preguntas:

– ¿Cuál es mi elemento? “Hay personas que se sienten cómodas haciendo cosas solas, y a las que les estresa estar en grupo”…“Su ikigai no podrá ser enseñar, ni dar conferencias, sino una actividad más recogida”.

– ¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Es otro indicador de que se trata de una pasión por desarrollar…

– ¿Qué te resulta fácil hacer? “Hay gente que tiene facilidad para poner orden en documentos, o comprender diferentes puntos de vista…”, ejemplifica.

– ¿Qué te gustaba cuando eras niño? “Podremos saber si nuestro ikigai está en actividades artísticas, intelectuales, de ayuda a los demás, de pensamiento científico, etc.”.

Posteriormente el autor y psicólogo recomienda algo que es fundamental en el trazado de cualquier plan,  que pareciendo sencillo, resulta realmente lo más complejo y el principal motivo por el cual no dan buenos resultados desde rutinas de entrenamiento, hasta tratamientos médicos: SEGUIR EL PLAN MARCADO.

Seguir el plan marcado es la diferencia entre éxitos y fracasos. Realmente las personas con éxito en su vida suelen ser personas con una gran disciplina sobre sus propios deseos.

La diferencia posiblemente se encuentre en la satisfacción por realizar los planes trazados.

Muchos planes fracasan por diferentes motivos, en mi opinión, normalmente todos en contra del IKIGAI de la persona.

-El ikigai debe ser elegido por el individuo, y no impuesto.

-El ikigai debe satisfacer principalmente al individuo como sujeto objeto de su propia realidad.

-Ikigai debe apasionar, y la pasión se basa en los sentimientos propios, no en las concepciones sociales o las expectativas ajenas.

-Debemos desterrar la frase «conoce cuáles son tus límites» y sustituirla por «APRENDE A RECONOCER TU POTENCIAL»… Ese es el camino para descubrir tu IKIGAI

-No te obsesiones por descubrir tu IKIGAI, trata de descubrirte a ti mismo (física, mental y espiritualmente) y la respuesta aparecerá sola.

-Vive viviendo y estudia KYOKUSHIN!

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Kyokushin «Escuela de la Última y Suprema Verdad» a través de su particular entrenamiento enseña a conocerse a uno mismo, a través de la ruptura de límitesy el desarrollo de las potencialidades físicas, mentales y espirituales.

Kyokushin dará muchas pistas sobre el IKIGAI propio.

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Publicado por en 14 abril, 2019 en Filosofía

 

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