EL PROFESOR MEDIOCRE DICE. EL BUEN PROFESOR EXPLICA. EL PROFESOR SUPERIOR DEMUESTRA. EL GRAN PROFESOR INSPIRA
(William Arthur Ward)
Buscar la motivación adecuada para cada desempeño es un reto en ocasiones complejo de conseguir.
La motivación nace de muchas fuentes, aunque nada es más poderoso que la motivación personal, la que nace de dentro de cada uno para cumplir un objetivo.
En ocasiones a los instructores les resulta complicado motivar a sus estudiantes, muchas veces se trata de una cuestión de no haber alcanzado a otorgar los objetivos comunes entre instructores y estudiantes.
El instructor además cuenta con una complejidad doble, por un lado debe motivar a cada uno de sus estudiantes por igual, y por otro debe buscar en ello la suya propia, mientras recorre su camino marcial.
Un profesor no puede ser egoísta, ya que el estudiante necesita de la atención del maestro.
Por otra parte, la motivación no sólo nace de la inspiración de su instructor, lo cual es importante con el fin de conectar ciertos contactos mentales con la pasión del estudiante. También como estudiante hay que indagar en la captación de ideas y emociones para activar los mecanismos que le llevarán a su propio objetivo.
Por lo tanto considero que ni todo depende del instructor, ni todo del estudiante. Es el equipo el gran generador de motivación. Equipo que puede estar formado por estudiante y pupilo, o por todos los miembros del dojo, en el caso de que haya más gente.
En ocasiones hay personas que se entrenan en solitario. En ese caso, o su fuerza de voluntad es muy fuerte, o deberá buscar su equipo en agentes externos a sus sesiones de entrenamiento, ya que hasta las más fuertes voluntades se pueden quebrar si apoyo. Deben aferrarse a formar un equipo, bien con su círculo social, o bien con su ideario personal.
Si el budoka consigue crear entorno a sí una serie de ideales y convicciones en cuanto a sus rutinas, podrá crear su equipo de una sola persona.
No obstante, si estos aspectos motivacionales individuales son trasvasados al equipo, y el instructor es capaz de hacer sentir como uno a cada miembro, el apoyo al equipo crecerá exponencialmente, llegando el equipo a ser una unidad compuesta de muchas unidades, en las que cada uno se realiza como componente del equipo.
EL INSTRUCTOR
Aquel que se presenta delante de una clase para impartir un conocimiento tiene una gran responsabilidad, tal y como un actor delante de un público de teatro.
Hay actores que son capaces de hacer buenas improvisaciones, e incluso los grandes actores suelen introducir sus propios guiños que les hacen reconocibles, logrando traspasar el personaje y llamar aun más la atención de su público, sin embargo los grandes papeles están previamente diseñados, tal y como debe enseñar un profesor.
Si ese actor carece de muchos recursos, debe prepararse aun mejor su guión, de tal manera que su motivación pueda ser llevar a cabo ese programa y comprobar su resultado.
En ocasiones, el instructor preparara su clase y el resultado no es el deseado. Aquí cabe la posibilidad de que se genere frustración en el instructor, no obstante, hay unas claves ante esta situación: No hay un sólo modo de enseñanza-aprendizaje.
Cuando se sufre esto, hay que salir del mando directo, que es el estilo de enseñanza más habitual, en el que el profesor dicta y el alumno ejecuta, para buscar otra forma: Imitación, resolución de problemas, auto corrección, asignación de tareas, grupos reducidos… o cambiar de ejercicio en función de la demanda.
El instructor debe disfrutar de su enseñanza junto con su dojo.
En la enseñanza del Karate, y más aun en niños, la imitación está por encima del mando directo.
Y englobando cualquier estilo educativo, está dotar de ilusión al alumno por lo que se hace, es decir, MOTIVAR.
Es la herramienta más poderosa que tiene un instructor. Incluso si no posee herramientas suficientes, si ya no es capaz de realizar la técnica con el vigor y la perfección adecuada, si el instructor es capaz de inspirar, la fuerza de alumno creará la energía adecuada para llevar el objetivo común a término, generando sinergia entre el instructor y la clase.
EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN
El instructor de artes marciales, y supongo que de cualquier disciplina, debe ser ejemplar.
Una persona no puede tener todas las respuestas, pero si puede otorgar llaves maestras para las diferentes puertas.
Es posible transmitir un concepto japonés llamado GANBARU, o según el contexto GANBATTE!
頑張る
Ganbaru es bastante similar a OSU NO SEISHIN (Espíritu de la perseverancia) en la idea de perseverar, esforzarse bajo presión y dar lo mejor de uno mismo.
Este concepto está muy arraigado en la cultura japonesa y en su propio ideario, no así en la nuestra, en que cada vez má, se relativiza el esfuerzo y los largos caminos, a cambio de ediciones low cost del conocimiento y la práctica. Dar valor a los años de práctica es una forma de motivar la enseñanza del Karate.
También aceptar el error. Si el error se toma como una forma de aprendizaje en positivo, el estudiante no estará cohibido a la hora de explorarse, investigar y por lo tanto interesarse cada vez más por la práctica.
KINTSUGI
El Kintsugi es el arte japonés de reparar con oro, creando de la veta de fractura un embellecimiento de la figura.
Si se le da valor al error, el estudiante reforzará su confianza y crecerá sobre bases fuertes.
Y sobre todo hay una cuestión que también embellece la práctica, se trata de un dogma de educación:
SE CORRIGE EN PRIVADO Y SE FELICITA EN PÚBLICO.
En este sentido el instructor que desee motivar a su estudiante debe seguir un proceso validador del estudiante que aun con esfuerzo falla.
Primero se debe validar algo que se pueda rescatar, aunque sea el hecho de haberse esforzado por acudir a clase.
En segundo lugar, sin que se sienta cohibido por recibir una crítica en público, se debe corregir una sola acción sin extenderse demasiado en la explicación.
En tercer lugar debe haber un mensaje motivador para fomentar la mejora.
Este sistema tipo «bocadillo» fomenta la confianza del estudiante y refuerza la relación con su instructor.
No hay más desmotivador que un instructor que no para de corregir a voz en grito sin ninguna aportación más. Esto crea desconfianza, frustración e inseguridad. Sobretodo cuando la mayoría de las correcciones se pueden solventar con un breve gesto, que generará complicidad entre el instructor y el alumno.
Por último, el uso de la voz en alto es adecuado para la motivación del grupo en positivo, pero no para regañar a nadie, eso produce en el instructor una imagen de tiranía y distancia que no propicia la motivación en positivo.
En resumen:
La motivación proviene tanto de canales externos, como internos, pero la motivación personal es más poderosa.
El instructor debe disfrutar de su equipo y ser una fuente de motivación positiva, para ello debe plantearse objetivos comunes con su equipo.
Se debe aprovechar para crecer sobre el error y la frustración.
El cultivo del sentido egonista, es decir empoderamiento del Yo, debe contribuir a nutrir al equipo.