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Archivos Mensuales: noviembre 2019

El arte de la motivación

El arte de la motivación

EL PROFESOR MEDIOCRE DICE. EL BUEN PROFESOR EXPLICA. EL PROFESOR SUPERIOR DEMUESTRA. EL GRAN PROFESOR INSPIRA

(William Arthur Ward)

Buscar la motivación adecuada para cada desempeño es un reto en ocasiones complejo de conseguir.

La motivación nace de muchas fuentes, aunque nada es más poderoso que la motivación personal, la que nace de dentro de cada uno para cumplir un objetivo.

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En ocasiones a los instructores les resulta complicado motivar a sus estudiantes, muchas veces se trata de una cuestión de no haber alcanzado a otorgar los objetivos comunes entre instructores y estudiantes.

El instructor además cuenta con una complejidad doble, por un lado debe motivar a cada uno de sus estudiantes por igual, y por otro debe buscar en ello la suya propia, mientras recorre su camino marcial.

Un profesor no puede ser egoísta, ya que el estudiante necesita de la atención del maestro.

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Por otra parte, la motivación no sólo nace de la inspiración de su instructor, lo cual es importante con el fin de conectar ciertos contactos mentales con la pasión del estudiante. También como estudiante hay que indagar en la captación de ideas y emociones para activar los mecanismos que le llevarán a su propio objetivo.

Por lo tanto considero que ni todo depende del instructor, ni todo del estudiante. Es el equipo el gran generador de motivación. Equipo que puede estar formado por estudiante y pupilo, o por todos los miembros del dojo, en el caso de que haya más gente.

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En ocasiones hay personas que se entrenan en solitario. En ese caso, o su fuerza de voluntad es muy fuerte, o deberá buscar su equipo en agentes externos a sus sesiones de entrenamiento, ya que hasta las más fuertes voluntades se pueden quebrar si apoyo. Deben aferrarse a formar un equipo, bien con su círculo social, o bien con su ideario personal.

Si el budoka consigue crear entorno a sí una serie de ideales y convicciones en cuanto a sus rutinas, podrá crear su equipo de una sola persona.

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No obstante, si estos aspectos motivacionales individuales son trasvasados al equipo, y el instructor es capaz de hacer sentir como uno a cada miembro, el apoyo al equipo crecerá exponencialmente, llegando el equipo a ser una unidad compuesta de muchas unidades, en las que cada uno se realiza como componente del equipo.

EL INSTRUCTOR

Aquel que se presenta delante de una clase para impartir un conocimiento tiene una gran responsabilidad, tal y como un actor delante de un público de teatro.

Hay actores que son capaces de hacer buenas improvisaciones, e incluso los grandes actores suelen introducir sus propios guiños que les hacen reconocibles, logrando traspasar el personaje y llamar aun más la atención de su público, sin embargo los grandes papeles están previamente diseñados, tal y como debe enseñar un profesor.

Si ese actor carece de muchos recursos, debe prepararse aun mejor su guión, de tal manera que su motivación pueda ser llevar a cabo ese programa y comprobar su resultado.

En ocasiones, el instructor preparara su clase y el resultado no es el deseado. Aquí cabe la posibilidad de que se genere frustración en el instructor, no obstante, hay unas claves ante esta situación: No hay un sólo modo de enseñanza-aprendizaje.

Cuando se sufre esto, hay que salir del mando directo, que es el estilo de enseñanza más habitual, en el que el profesor dicta y el alumno ejecuta, para buscar otra forma: Imitación, resolución de problemas, auto corrección, asignación de tareas, grupos reducidos… o cambiar de ejercicio en función de la demanda.

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El instructor debe disfrutar de su enseñanza junto con su dojo.

En la enseñanza del Karate, y más aun en niños, la imitación está por encima del mando directo.

Y englobando cualquier estilo educativo, está dotar de ilusión al alumno por lo que se hace, es decir, MOTIVAR.

Es la herramienta más poderosa que tiene un instructor. Incluso si no posee herramientas suficientes, si ya no es capaz de realizar la técnica con el vigor y la perfección adecuada, si el instructor es capaz de inspirar, la fuerza de alumno creará la energía adecuada para llevar el objetivo común a término, generando sinergia entre el instructor y la clase.

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EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN

El instructor de artes marciales, y supongo que de cualquier disciplina, debe ser ejemplar.

Una persona no puede tener todas las respuestas, pero si puede otorgar llaves maestras para las diferentes puertas.

Es posible transmitir un concepto japonés llamado GANBARU, o según el contexto GANBATTE!

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Ganbaru es bastante similar a OSU NO SEISHIN (Espíritu de la perseverancia) en la idea de perseverar, esforzarse bajo presión y dar lo mejor de uno mismo.

Este concepto está muy arraigado en la cultura japonesa y en su propio ideario, no así en la nuestra, en que cada vez má, se relativiza el esfuerzo y los largos caminos, a cambio de ediciones low cost del conocimiento y la práctica. Dar valor a los años de práctica es una forma de motivar la enseñanza del Karate.

También aceptar el error. Si el error se toma como una forma de aprendizaje en positivo, el estudiante no estará cohibido a la hora de explorarse, investigar y por lo tanto interesarse cada vez más por la práctica.

KINTSUGI

El Kintsugi es el arte japonés de reparar con oro, creando de la veta de fractura un embellecimiento de la figura.

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Si se le da valor al error, el estudiante reforzará su confianza y crecerá sobre bases fuertes.

Y sobre todo hay una cuestión que también embellece la práctica, se trata de un dogma de educación:

SE CORRIGE EN PRIVADO Y SE FELICITA EN PÚBLICO.

En este sentido el instructor que desee motivar a su estudiante debe seguir un proceso validador del estudiante que aun con esfuerzo falla.

Primero se debe validar algo que se pueda rescatar, aunque sea el hecho de haberse esforzado por acudir a clase.

En segundo lugar, sin que se sienta cohibido por recibir una crítica en público, se debe corregir una sola acción sin extenderse demasiado en la explicación.

En tercer lugar debe haber un mensaje motivador para fomentar la mejora.

Este sistema tipo «bocadillo» fomenta la confianza del estudiante y refuerza la relación con su instructor.

No hay más desmotivador que un instructor que no para de corregir a voz en grito sin ninguna aportación más. Esto crea desconfianza, frustración e inseguridad. Sobretodo cuando la mayoría de las correcciones se pueden solventar con un breve gesto, que generará complicidad entre el instructor y el alumno.

Por último, el uso de la voz en alto es adecuado para la motivación del grupo en positivo, pero no para regañar a nadie, eso produce en el instructor una imagen de tiranía y distancia que no propicia la motivación en positivo.

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En resumen:

La motivación proviene tanto de canales externos, como internos, pero la motivación personal es más poderosa.

El instructor debe disfrutar de su equipo y ser una fuente de motivación positiva, para ello debe plantearse objetivos comunes con su equipo.

Se debe aprovechar para crecer sobre el error y la frustración.

El cultivo del sentido egonista, es decir empoderamiento del Yo, debe contribuir a nutrir al equipo.

 

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Shuri-jo: EL CASTILLO DE SHURI, una historia de resiliencia

Shuri-jo: EL CASTILLO DE SHURI, una historia de resiliencia

EL PASADO JUEVES NOS DESPERTABA LA NOTICIA DE UN TRÁGICO INCENDIO EN EL ICÓNICO CASTILLO DE SHURI, CENTRO CULTURAL DE OKINAWA Y SÍMBOLO DE LA CULTURA DEL KARATE

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Imágenes antes y después del incendio del pasado jueves

La historia del castillo de Shuri, está íntimamente ligada a la del Karate Do, y es que es en torno al Castillo y la gente que ha habitado ese marco, que se desarrolló la línea de Karate (o Tuite) llamada Shuri Te.

El castillo data del siglo XIV, y aquí, en esta fecha inaugural comienza su extensa relación con el actual Karate.

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El autor en una visita al Shuri Jo en 2013

EL Rey Sho Hashi, primer residente del Castillo, era el mítico Rey de Chuzan, unificador de los tres reinos que componían Okinawa (Chuzan, Nazan y Hokuzan). Tras unificar estos tres reinos vecinos, se asentó en la fortaleza-palacio que mandó edificar en Shuri, que sería la capital del Reino de las Ryu Kyu. Entonces el Rey Sho promulga la primera prohibición de armas al campesinado de la isla, causa del nacimiento del primitivo Tui te (Karate) y el Kobu Jutsu (lucha con aperos de labranza)

Una curiosidad del palacio, es que el balcón real, no daba hacia el mar, sino hacia la tierra, para que los embajadores extranjeros pudieran admirar la extensión del reino.

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Arquitectónicamente el palacio era único pues su construcción recibió las mismas influencias que el primitivo Tui te: China, Japón y elementos propios de Okinawa, pues aunque la construcción comenzó a finales del siglo XIV, concluyó al menos en el siglo XVIII, en la misma época en la que se albergó al último Zapposhi (enviado del Emperador de China) Este fue el llamado Kushanku, quien da lugar al kata Kanku. Aquel funcionario chino enseñó su sistema en la ciudad de Shuri a miembros tan destacados para la historia del Karate, como Kanga Sakugawa.

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Maqueta que se podía ver en la sala de exposiciones, que representaba la corte de funcionarios del palacio, ordenada como un caleidoscopio en función de su rango, al modo chino.

Como es sabido, en el siglo XVI el clan japonés Satsuma conquistó la isla, y los uchinandis pasaron a ser dobles feudatarios, tanto de China, como de Japón. Es en esta época cuando comienza el declive económico del Reino. Y sobreviene la segunda prohibición de espadas contra la nobleza de la isla, por lo que se extendería el uso del arte del Karate a los funcionarios del palacio de Shuri, tanto es así, que incluso la familia real, tenía su propio estilo de Okinawa Te. Sobre este estilo, se refiere en el siglo XX el maestro Chooki Motobu, quien su familia pertenecía a la alta aristocracia. Según decía Motobu, era su hermano mayor quien estaba destinado a aprender el «sistema real», mientras que él debía conformarse con espiar las lecciones, hasta que pudo encontrar un maestro quien le enseñara.

En cuanto a la convivencia de chinos y japoneses en la ciudad de Shuri, y en concreto en torno al palacio, era más propio de una comedia de enredo, que de una misión diplomática.

Los japoneses de Satsuma, permitieron la doble convivencia, ya que era la única forma de comerciar con el exterior, ya que los shogunes de Japón impedían el comercio internacional, excepto con una reducida colonia europea. Mientras, en Ryu Kyu, debían fingir frente al emperador de China y sus funcionarios, que seguían teniendo la exclusiva del comercio, por lo que los reyes de Ryu Kyu y su corte debían hacer auténticos trucos de escapismo las veces que las dos embajadas coincidían.

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Trono real de Ryu Kyu

En 1869 la revolución Meiji le confiere nuevos poderes al emperador de Japón, otorgándole un poder fáctico, más allá del simbólico y religioso que había tenido durante tiempo inmemorial. Al ser el emperador el nuevo mandatario y anulando la figura del Shogun, relegó al último Rey de Ryu Kyu a ser un miembro más de la aristocracia, obligándole a residir en Tokyo en 1874, por lo que el Shuri-jo es abandonado.

Treinta años después, a principios de siglo XX una maestra japonesa de nombre Ito, lee en un periódico que el castillo iba a ser destruido puesto que representaba la existencia dentro de las fronteras del nuevo imperio de un poder extranjero. La maestra Ito, se interesa por la peculiar arquitectura del edificio y convence a un arquitecto amigo suyo a que promueva en el gobierno una restauración del edificio, que en tan sólo tres décadas había sufrido bastante debido al abandono.

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Fotografía del Shuri Jo en alrededor del año 1900. Se Puede ver el deterioro de la sala principal.

Los dos japoneses interesados viajaron a Okinawa, y aunque hicieron un gran esfuerzo, poco pudieron conseguir del ultra nacionalista gobierno japonés, que tan sólo aceptaba la restauración de santuarios shinto, religión oficial del imperio.

Desde el barrio de Shuri surgió la idea de convertir el palacio, al menos en los registros oficiales, en un Santuario Shintoísta, dedicado a dos deidades autóctonas, sin embargo, el gobierno japonés no aceptó a estos dioses como parte del panteón oficial, y volvieron a sufrir un revés gubernamental.

Fue en los años treinta, cuando por un golpe de suerte, al igual que el Karate en las islas mayores, se reconoce al Shuri-jo, como Shuri-ji, y al menos nominativamente, pasa a ser considerado santuario del pueblo de Okinawa, y lugar de recreo y adoración para el distrito de Shuri.

Este esplendor duraría poco, ya que la terrible Segunda Guerra Mundial se cebó especialmente con el pueblo de Okinawa. La fortaleza de Shuri pasó a ser el cuartel general de la artillería nipona. El pueblo de Okinawa lo consideró como la primera base militar extranjera en su país.

El ejército americano no fue compasivo con la singular construcción, y en 1945 el palacio fue reducido a cenizas hasta sus cimientos por los bombardeos.

El pueblo uchinandi, gracias a sus recuerdos y algunos documentos antiguos, logró reconstruirlo, y se reinauguró en 1992, siendo en 2000 reconocido por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad.

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Maestros considerados Tesoros Vivientes de Japón en el Shuri Jo

En el recuerdo, podemos vislumbrar a la guardia de los reyes de Okinawa entrenándose bajo las instrucciones de Sookon Matsumura, diseñador del Nahianchi, pensado para defender «puerta del castillo», lo que pudiera ser un código para referirse a la defensa del propio Rey. Que hasta Napoléon Bonaparte supo del lejano reino de oriente que se defendía tan sólo con manos y pies.

O posteriormente al Comodoro americano Perry, apuntando a Shuri con sus cañones y entrevistándose con el Rey de Okinawa, cuya escolta, encabezada por el maestro Anko Itosu, no precisaba de armas…

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Recreación de Matsumura e Itosu escoltando al Rey Sho

Y ahora en 2019, en su máximo esplendor como primer lugar de obligada visita turística a la isla, ha vuelto a sufrir otro contratiempo, justo en el momento en que en Japón abdica el Emperador en favor del heredero, justo cuando el Karate por fín había sido reconocido por primera vez como disciplina olímpica… y después se decide que tan sólo por una vez… Supongo que tanto la historia del Castillo de Shuri, como la del Karate, es una línea de sucesos ligados a representar la resiliencia, constancia, empoderamiento y sobretodo un ejemplo de perseverancia… Caerse 7 veces, levantarse 8.

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Por último sólo quiero aprovechar para agradecer al gran maestro Hanshi Minoru Higa, 10º dan, y uno de los últimos tesoros vivientes de Okinawa, por llevarme a visitar la maravilla que es el Shuri Jo.

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